Los derrotados en 2010.*
Por: Carlos Eduardo
Torres Muñoz.
La victoria está hecha de
cesiones.
José Marti
Alianzas
contra-natura ideológica, candidatos “prestados”, incongruencias históricas,
entre otras han sido las características que nos han presentado los partidos
políticos en este pasado proceso. Las posiciones que recién se han definido el
domingo 4 de julio solo han esclarecido que el sistema político mexicano se
encamina al triunfo ciudadano sobre el de las organizaciones políticas. Los
casos que ejemplifican lo anterior sobraron: Las Alianzas electoreras
conformadas por la que se ha vuelto una izquierda cobarde, y una derecha
atemorizada triunfaron virtualmente en tres de las elecciones en las que
participaron, en Zacatecas, el triunfo abismal de Miguel Alonso, hasta hace
poco más de un año perredista, le significó una derrota irreparable al sol
azteca; en Sinaloa el PRI pierde ante un priísta que prestó a la alianza
opositora; Acción Nacional pierde un bastión empresarial muy importante en el
centro del país, Aguascalientes, con la ayuda de su propio gobernador.
Todo lo anterior
sólo deja claro que los mexicanos cada día confiamos menos en esas
instituciones que nuestra Constitución Política Federal nomina como “entidades
de interés público”, mismas cuya vida interna y externa a los ciudadanos cada
día les interesan menos. Los partidos políticos (todos) pierden: El PAN pierde
Aguascalientes, y demuestra su incapacidad política –aún siendo el partido
oficial en gobierno federal- para ganar por sí solo elecciones; el PRI pierde
tres bastiones importantes en su proyecto de país para el 2012, tal como lo es
Oaxaca, y el PRD pierde su base histórica en Zacatecas, consecuencia de un
actuar soberbio y contradictoriamente “oficialista”.
Pero no sólo los
partidos políticos han sido derrotados por la volcada ciudadana del pasado
domingo, también han sido derrotados los gobiernos: de las doce entidades que
se batieron en proceso electoral este cuatro de julio, solo en Chihuahua y
Tamaulipas los candidatos oficiales obtuvieron un respaldo ciudadano
“arrasador”, dejando fuera los casos de Veracruz, Quintana Roo (donde la
competencia equitativa, luego de los tropiezos que su candidato le hizo tener
al PRD se hizo imposible), Hidalgo y Durango (estos dos últimos casos aún son
materia de debate, aunque seguramente todo terminará como está ahora). En
Zacatecas el rechazo al candidato amalista (así “amalista” pues fue este el
factor que más le pesó), se hizo evidente al no lograr siquiera acercársele a
su oponente tricolor.
En definitiva, para
el año que viene y aún para el 2012, los partidos políticos no representan mayor
ventaja que aquélla de las estructuras políticas y económicas que pudieran
representar unos frente a otros, pero sí de hablar de proyectos
político-programáticos se trata dichos institutos no tienen nada que ofrecer, y
eso está por verse en Oaxaca, Puebla y Sinaloa, donde las Alianzas triunfadoras
no se distinguirán sino en ser esperanzas frustradas en la naturaleza de las
mismas: ganar elecciones.
Como reflexión
final para aquellos que se rasgan las vestiduras en proponerle al electorado
que recuerde los setenta años de la administración priísta en el país, dos
cosas: la primera ¿Qué autoridad moral tiene el PRD para recordarle al PRI sus
setenta años si en ellos estuvo nada más y nada menos que el “Tata Lázaro”, de
cuya ideología se han colgado? ¿Con qué cara lo hace el PAN si dentro de esas
siete décadas al frente del país se gobernaron doce años con el modelo que
actualmente mantiene y defiende? Y segundo Lo que ellos nos proponen es algo
risible: que tengamos amnesia temporal, que recordemos lo que sucedió hace ya
diez años, pero que olvidemos lo que ha pasado recientemente y lo que pasa
ahora. Lástima, el pueblo decidió no olvidar nada, y cobró facturas, en hora
buena, ojalá las siga cobrando.
*Artículo publicado en la edición
del día lunes 12 de julio del 2010, en el Periódico NTR.
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