En
defensa de la democracia
Por: Carlos E. Torres Muñoz
Fecha: diciembre 17, 2015
En: http://ljz.mx/2015/12/17/en-defensa-de-la-democracia/
En: http://ljz.mx/2015/12/17/en-defensa-de-la-democracia/
En todos lados la democracia electoral aún y en
su concepción minimalista, ha permitido la formulación y conquista de nuevas
modalidades de derechos de toda índole: civiles, políticos, sexuales,
reproductivos, ambientales… y etcétera, todos derechos humanos.
Por
supuesto: aún hace falta revestir de las garantías sociales mínimas a nuestro
progreso jurídico-político, y dotar de herramientas prácticas a los preceptos
constitucionales que la evolución de nuestra máxima norma ha traído consigo.
Sin
embargo, no es menor lo que se ha avanzado en los últimos años. Aunque
pareciera una certeza y obviedad la realidad política contemporánea, ésta es
más reciente de lo que imaginamos. Cito un ejemplo: en la reveladora entrevista
que el ex presidente Miguel de la Madrid otorgó a la periodista Carmen
Aristegui en 2009, el político mexicano le expresó a su entrevistadora que no
imaginó siquiera, en ningún momento, que el PRI pudiera perder la Presidencia
de la República en 1988.
Apenas
tres años antes de que le fuera reconocida la primera victoria para una
gubernatura a un partido de oposición (en este caso al PAN), en Chihuahua, se
había orquestado un fraude que llevó a la unión de todas las oposiciones
participantes en aquél Estado, a un grupo nutrido de intelectuales y a
distintos actores sociales, a manifestarse en contra, de lo que, en palabras
del historiador Enrique Krauze, fue calificado como un “fraude patriótico”, en
voz del entonces Secretario de Gobernación, Manuel Bartlett.
¿Hay
democracia en México? Se preguntan hoy no pocos mexicanos inteligentes,
dudosos. Me desarmo con la idea de que sí, sí la hay Cada día más democracia
mexicana, más nuestra, más a nuestro modo.
Ejemplo:
avanzamos hacia el fin del tripartidismo en México con la elección intermedia
de 2015: no sólo se trata del triunfo del primer Gobernador que llega a dicho
cargo sin el auspicio formal (e imagino que real) de un partido político, sino
también el surgimiento de franjas importantes de otras dos fuerzas políticas en
las dos zonas metropolitanas más grandes del país: en el Distrito Federal,
Morena y en Guadalajara MC, que prometen, cuando menos, ser competitivos en
algunas gubernaturas en los próximos años, y quizá también, en 2018.
No
puede omitirse el reto pendiente de nuestro desarrollo nacional: la
desigualdad. Curiosamente los años en los que México ha disparado su
crecimiento parecen ser, en los que no nos hemos concentrado más que en ello,
evitando las disputas inherentes a la democracia: la lucha del poder y la
confrontación de las distintas visiones que surgen de esta lucha. Sin embargo,
la democracia, es (debe ser) compatible con la búsqueda de un desarrollo
incluyente, que beneficie principalmente a quiénes más urgen condiciones de
igualdad, al contrario, sostengo que es la democracia la que dará equidad a la
distribución de los beneficios del progreso económico nacional.
Debemos
encontrar la fórmula para que la ecuación nos funcione. En otras naciones, a
las libertades políticas y civiles, han antecedido las garantías sociales. En
México, no acabamos de construir ninguna, según parece, porque adolecimos del
orden en los factores.
Estas
precondiciones de la democracia (Bovero), son mínimos indispensables sí
queremos dejar de ser demócratas con adjetivos.
Pero
tampoco estamos donde estábamos, ni es deseable volver. El camino andado es
ganancia y lo que nos falta por andar, es esperanza.
Además
de la desigualdad la democracia en México se enfrenta a la corrupción, un
cáncer que puede acabar con ella, llevándola a una agonía lastimera. Por ello
quien se diga enemigo de ésta debe entender que el autoritarismo, el
mesianismo, el voluntarismo, el caudillismo, el populismo, la opacidad y el
caciquismo no son antónimos de corrupción, más bien se acercan a sinónimos.
En
resumen, dos serios problemas, que parecieran ser congénitos en México, aquejan
a la democracia y sus credenciales: la desigualdad y la corrupción. Hay quién
se atreve a pensar, nítida pero evidentemente, que se pueden superar ambas
complicaciones con menos democracia: no se equivoquen, al contrario, solo
superaremos la desigualdad y venceremos a la corrupción, con más democracia.
Finalizo:
Dejemos de pelear con la democracia, no se puede ser demócrata en la victoria y
revolucionario en la derrota. La propia lógica democrática consiste en una
incertidumbre cuyo resultado permite que, citando a Woldenberg, nadie gane ni
pierda todo para siempre. ■
@CarlosETorres_
No hay comentarios:
Publicar un comentario