Legalícenla.
Carlos E. Torres
Muñoz.
El tema de la legalización de la
mariguana es espinoso en México, más aún, porque las encuestas demuestran que
un alto porcentaje de la ciudadanía está en contra, pero es ya irresponsable no
abordarlo, la legalización del uso, ya sea con fines terapéuticos o incluso
recreativos, está hoy más que antes, en la agenda pública de nuestro país con
un contexto, como no se había visto en épocas recientes, a su favor.
¿Por qué hoy cuenta con las condiciones a favor qué nunca antes había tenido en México? Porque por décadas la clase política se escabulló a través de un argumento pragmático que algunos intelectuales, siendo realistas, respaldaban: mientras nuestro poderoso e influyente vecino norte, no diera pasos hacia esa dirección, en México era simplemente utópico creer que gozaríamos del margen suficiente para, en virtud de nuestra soberanía, tomar la decisión de despenalizar la producción, distribución y posesión de la mariguana. Hoy en la Federación Anglosajona, son 23 los Estados (casi la mitad) en los que se ha optado por dar un giro al combate a las drogas, sea autorizando su uso terapéutico, o permitiendo incluso su uso recreativo, como en el caso de Colorado.
En el contexto político mexicano esta
nueva tendencia anti-prohibicionista ha causado que el debate se reavive,
aunque con prudencia de parte de algunos actores políticos. Tal es el caso del
Presidente de la República, quien en declaraciones al periódico español El
País, se declaró a favor de la revisión de la política en la materia, y llamó a
la actual, de prohibicionismo y penalización “política fallida”.
Por su parte, algunos
legisladores del Partido de la Revolución Democrática se han pronunciado a
favor de revertir esta política y hacer cambios legales que permitan un enfoque
más eficiente y sobre todo, actualizado del combate a las drogas, con especial
atención a la mariguana, destaco por su esfuerzo (y las múltiples coincidencias
que tengo con él) al Diputado Fernando Belaunzarán.
Los datos abundan. En mi
particular caso, coincido en que si bien no podemos esperar que la legalización
de la posesión y distribución de la mariguana, traiga por sí sola cambios
impresionantes a largo plazo, si podría hacerlo en el corto y, cualquiera que
sea la magnitud de su impacto, será positivo.
El primer paso es abordar el
tema desde una perspectiva sin prejuicios, más fundados en la
ignorancia y una moral sin sustento racional, que en los datos duros y ciertos
al respecto. Anoto un dato que considero abona en este sentido: recientemente
la Fundación Miguel Alemán, organizó la mesa redonda “Mariguana: ¿despenalizar
su consumo?”, en la que participaron ex secretarios de Estado de los últimos
cuatro sexenios anteriores al actual, desarrollando sus exposiciones conforme a
la materia en la que son expertos. Destaco los datos de tipo médico
dados por el Doctor Juan Ramón de la Fuente, ex rector de la UNAM,
y Secretario de Salud en el Gobierno encabezado por Ernesto Zedillo: el
riesgo de volverse adicto de mariguana es del 9%,
mientras que las probabilidades en relación al consumo de alcohol es
del 17% (casi el doble) y de tabaco del
32% (casi el cuádruple).
Es interesante apuntar que en la mesa participaron
también Pedro Aspe, ex Secretario de Hacienda en el sexenio salinista, Jorge
Castañeda, quien fuera Secretario de Relaciones Exteriores en la primera mitad
del gobierno de Fox y Fernando Gómez Mont, ex Secretario de Gobernación del
gobierno encabezado por Felipe Calderón, destacado abogado que militó en el
PAN.
Como lo decíamos anteriormente, el primer paso es apostarle al conocimiento y racionalización del tema, lo que sin duda traerá consigo una actitud social distinta. De acuerdo a un reciente estudio de Parametría[1], en México el 79% de la población está en contra de la legalización de la mariguana, frente a un 17% que está a favor. Sin embargo, al tratarse de su legalización para usos medicinales, las cifras se alteran sustancialmente: 64% está a favor y 29% está en contra. Ante la opción de que sea legal para uso recreativo las cifras se vuelven a invertir: 10% a favor y 85% en contra.
Me llama la atención que la población
se oponga a la libertad de otros para decidir sobre el consumo de mariguana,
pues 95%dijo que no la consumiría si fuera legal,
contra un 4% que contestó que sí.
El estudio también revela que 44% de
los encuestados respondió que era fácil conseguir mariguana dónde vivía,
frente a un27% que dijo que era difícil. Por lo que se
puede inferir que pese a su penalización la distribución no está reducida a un
margen menor (un dato nada novedoso).
Los tabúes van cayendo conforme el conocimiento va ganándole terreno a la ignorancia, y la información se canaliza mejor, con más libertad e inclusión. En Estados Unidos, mientras que en 1969 apenas el 12% estaba a favor de que la mariguana fuera legal, contra un 84% que opinaba en contra, en 2013 la primera opción se elevó al 52% y la segunda cayó al 45%.
Al debate se ha sumado, en el bando
de los anti-prohibicionista, el prestigioso e influyente periódico The New York
Times, que ha iniciado una serie de editoriales contra la prohibición, que
resumiré en este posicionamiento del diario: “hace
más de 40 años el Congreso impuso el actual veto de la marihuana,
infligiendo un gran daño a la sociedad sólo para prohibir una sustancia mucho
menos dañina que el alcohol. El gobierno federal debe repudiar el veto”[2].
No huyamos más del
tema en México, apostémosle al debate, a los datos duros, con referencia
científica que incluyan perspectivas médicas, sociológicas, jurídicas y
políticas, que nos permitan tomar posición (y partido) a favor o en contra, con
conocimiento pleno de lo que nos urge resolver en la materia.
Por mi parte, y
aprovechando el espacio, asumo mi posición: legalícenla.
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