sábado, 11 de febrero de 2017

Política.

El mundial y la reforma energética*.
Por: Carlos Eduardo Torres Muñoz.

Desde hace años sigo con atención a Carmen Aristegui y su programa, la he defendido públicamente cuando se le ha agredido en su derecho de expresión y difusión, me parece que no sólo es una buena periodista, sino que además le permite a actores públicos sin espacio en otros medios expresarse y debatir de manera informada. Ni qué decir de sus reportajes exclusivos, del seguimiento a los temas de interés nacional con postura crítica y de sus entrevistas trascendentes. La he leído en Transición, su libro sobre el proceso de transición a la democracia en México, cuyas entrevistas a personajes claves de ésta etapa mucho me están ayudando en mi proyecto de Tesis.

Vi también la entrevista que le hizo al Secretario de Hacienda, Luis Videgaray Caso, completa, con el interés de mirar a un profesional de las finanzas y a una profesional de la comunicación en un encuentro que tiende a diálogo, y que mucho sirve por la calidad de contenido y sustancia informativa.

Casi al final de la entrevista Carmen Aristegui cuestionó a Luis Videgaray sobre el Calendario, recién dado a conocer para la discusión de la Reforma Energética en el Senado de la República. El Secretario de Hacienda le respondió lo que en efecto es cierto: eso lo define el Congreso, no el Ejecutivo, y menos un miembro del Gabinete.

Carmen Aristegui, hizo un énfasis en lo que dicha decisión le resta de “calidad democrática” al debate, puesto que la atención del país “futbolero” que es México estará en el Mundial y los juegos de la selección nacional (¿va con mayúsculas?) y no en el Canal del Congreso y la discusión de la reforma.

Me sorprendió un poco, aunque cada día me acostumbro más en un espíritu crítico -que por cierto me fomentó y aprendí en la izquierda-, al énfasis que de pronto Carmen le da a sus preguntas. La misma nota (en su elemento gráfico) del portal Aristegui Noticias, revela que solo un día de las dos discusiones de dos días, que se darán en el Senado coinciden con los partidos de México en Brasil, uno justamente con el país anfitrión y otro con Croacia.

No creo que ni remotamente el Canal del Congreso tenga un rating que entre en competencia, ya no digamos con un partido de fútbol sino con cualquier otro deporte, drama de televisión o serie. Primero: no es televisión abierta, quizá convenga volver al índice de mexicanos que tienen un sistema de Cable o que siguen la señal por internet, cualquiera de los dos datos no generan, ni juntos, mayoría.

El seguimiento de este tipo de asuntos, en general, no va más allá de quiénes participamos de alguna manera u otra en la vida pública y las excepciones de los cada día más mexicanos conscientes de la importancia de lo que ahí se discute (Ojalá que esta cifra aumente y pronto esto que escribo ni razón tenga de ser).

Me parece que nuestro problema no está realmente en el Calendario, sino en el poco compromiso que prevemos de nuestra sociedad para un tema tan importante. El PRD, por ejemplo, menosprecia el interés de los mexicanos en un tema que ellos aseguran es todo el interés para la población, tan es así que promueven (propuesta que por supuesto respaldo) la convocatoria de una Consulta Popular para que el asunto se resuelva.

Afino: quiénes estuvieron interesados anteriormente (académicos, especialistas, empresarios, políticos, periodistas, jóvenes, líderes sociales, ojalá sea un largo etcétera), lo estarán ahora y podrán decidir si ven la repetición del debate o del juego (si es que los horarios están empalmados con tal precisión), quiénes no lo tuvieron antes, no necesitaron del Mundial, ni de ninguna distracción extraordinaria, no creen que lo que se discute en ambas Cámaras, en los periódicos, en las noticias, vaya a repercutirles, ese cuento ya se los han contado muchas veces los últimos años.

Finalmente: creo que quiénes estamos en esto debemos asumir una postura siempre tolerante, de debate abierto, fundando, con reglas democráticas de respeto y conciliación, no de destrucción del diferente, o de aniquilación de la diferencia. Al contrario, en democracia el consenso es la regla, a menos de que se aspire a las democracias autoritarias justificadas con ánimos mesiánico-moralistas.

Por eso aspiro al debate de esta y otras iniciativas, pero no con posturas de puritanismo político (al estilo Manuel Bartlett -¿creerá que alguien le cree?), sino en argumentos sólidos en sus pruebas. Venga la calidad y descansemos de la cantidad.

En el debate democrático la ideología se defiende con argumentos sustentados técnicamente, no con declaraciones basadas en la fe, los postulados teóricos y las buenas intenciones. Un debate en el que las posturas son maniqueas no solo es de baja calidad, es absurdo e inútil: los malos no aceptarán que son malos, ni los buenos aceptarán dejar de serlo y viceversa, abusando del lenguaje.

* @CarlosETorres_

Publicado originalmente en el medio electrónico: Pulso del sur.



No hay comentarios:

Publicar un comentario