Colosio a quince
años.*
Por. Carlos Eduardo Torres
Muñoz.
"Veo un
México con hambre y con sed de justicia. Un México de gente agraviada por las
distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla. De mujeres y
hombres afligidos por abuso de las autoridades o por la arrogancia de las
oficinas gubernamentales".
Luis Donaldo
Colosio, 6 de marzo de 1994.
Estoy comenzando
a leer el libro “México acribillado”, de Francisco Martín Moreno. El libro,
recomendable ampliamente, versa sobre el asesinato de Obregón en 1928, y la
trama de la verdad que aconteció a éste. La historia de México, dice que simple
y llanamente un fanático religioso lo mató por ser uno de los enemigos más
férreos de la Iglesia Católica. Martín Moreno, a casi ochenta años del
acontecimiento, hace saber la verdad… Obregón fue acribillado por seis armas de
fuego y con un número de perforaciones superior a las quince. El autor revela
como le ha causado dificultad encontrar partes de la verdad. Los involucrados,
entre los que se encuentran altos mandos eclesiásticos y gubernamentales de la
época parecen haberse comido las huellas de su delito. Recomiendo su compra y
lectura, es literatura que vale realmente, al igual que otras de sus obras.
Justo en la
lectura de tal obra, he llegado a la razón de que justamente este año, se
cumplen quince años del asesinato del que fuera candidato a la presidencia de
la República por el Partido Revolucionario Institucional en 1994: El sonorense
(Al igual que Álvaro Obregón), Luis Donaldo Colosio Murrieta. Sucedió
justamente al término de un acto de campaña en Tijuana Baja California el 23 de
marzo de 1994. Tan sólo unos días antes había pronunciado el discurso del que
rescato las frases que aún hacen resonancia en miles de mexicanos. Luis
Donaldo, veía, efectivamente los estragos de un sistema en decadencia. Era testigo
de cómo el aparato estatal luego de más de una mitad de siglo, ya no era solo
ineficiente, sino que padecía de corrupción, apatía, desgaste y desinterés real
en el desarrollo del país.
Colosio, era un
cuadro diferente en el PRI. Popular. Amable. Carismático. Según fuentes de sus
biógrafos disentía de la política neoliberal implementada por Miguel de la
Madrid y Carlos Salinas de Gortari. Hasta el momento en mis búsquedas sobre el
pasado reciente, no he encontrado ninguna declaración de corrupción, nepotismo
o de despotismo contra su persona. Si acaso, negaciones de sus capacidades.
Las teorías
sobre su muerte son muchas. De hecho demasiadas. El hecho es que al no contar
con una verdad creíble, el pueblo mexicano ha especulado, al igual que lo hizo
en su momento con otras figuras. Lo cierto es que yo recuerdo vagamente que en
mi familia se tenía esperanzas respecto a este hombre. Veían en él a alguien
diferente. De hecho, el pueblo, la gente común, así lo veía. Creían en él, algo
ya inusual en el estado de cosas que vivía en ese entonces el sector político,
y sobre todo el PRI.
La verdad es que
Colosio tenía difíciles las cosas aún con su calidez y simpatía. En ese 1994,
competía por segunda ocasión el defraudado Cuauhtémoc Cárdenas. Aquellos que
habían visto sus esperanzas representadas en el Ingeniero Cárdenas, y creían en
el fraude, veían en ésta la oportunidad de la revancha. Precisamente una de las
teorías dice que si Colosio no hubiera muerto, tal vez el PRI hubiera perdido
entonces la Presidencia de la República en batalla frontal contra el recién
inaugurado PRD. Comprobado esta que en países como México, el voto de
condolencia deja mucho. Los mexicanos solemos por instinto sentir pena por
quiénes han perdido a alguien, y ha hacer “buenos” a todos los muertos.
El problema,
grave problema, es que todos nos hemos quedado con la duda: ¿Y si no lo
hubieran matado? ¿Y si hubiera ganado? ¿Habría cambiado a México realmente? Al
igual que con Madero, nos hemos quedado con un mal sabor de boca. Nos hemos quedado
con las ganas de más. De saber más.
Algunos
politólogos aseguran que Colosio hubiera fracasado en su intento de cambiar el
rumbo del país, aún si es que eran ciertas sus intenciones de hacerlo. Se
hubiera encontrado en los mismos problemas que Zedillo: Crisis financiera y el
desmoronamiento de un sistema en franca agonía.
Aún a quince
años de su muerte, la “verdad” que nos muestran sigue siendo increíble. Ni
siquiera su familia cree en la teoría de un asesino exclusivo, sin cómplices,
¿Un solo asesino? La verdad es que tal teoría es risible. Un hombre custodiado
por los mismos hombres que cuidaban y cuidan al Jefe del Estado mexicano, esto
es, al Presidente de la República. ¿Tan poco confiable es el Estado Mayor
Presidencial, al que le confiamos nada más y nada menos que a nuestros
dirigentes? Y si fuera así ¿Acaso no habías más gente que despreciaba a
Salinas? ¿Por qué de él no sabemos siquiera de un rasguño? Lamentablemente solo
esa “verdad”, existe para la historia oficial. Como en el caso de Álvaro
Obregón.
¿Tendrán que
pasar también ochenta años para que conozcamos la verdad? ¿El México
post-revolucionario de 1928 y el México “moderno” de 2009, son iguales? ¿Ni
siquiera en eso hemos evolucionado a más de ochenta años de diferencia?
Carezco de elementos
para afirmar si Luis Donaldo hubiera sido un buen presidente. Es más ni
siquiera puedo afirmar que era un buen hombre. Andrés Manuel López Obrador en
su libro “La mafia nos robó la presidencia”, habla brevemente, pero bien de él.
El asunto de esta reflexión no es ese. Mi asunto es que me llena de temor
pensar que no existe aún en nuestros días ni siquiera la mínima certeza
jurídica y judicial para la resolución de un caso de tales magnitudes ¿Y así
quieren que creamos que la avioneta donde iba Mouriño simplemente se cayó?
A quince años de
que perdiera la vida, solo puedo decir que este hombre, como todas las mujeres
y hombres en el mundo, tienen derecho primero a intentar, y sobre todo a soñar,
porque, Luis Donaldo, tus sueños debieron morir no en el viento, como las
palabras, sino en la realidad, donde a menudo se mueren los sueños, algunos
porque dejan de serlo… otros porque simplemente son imposibles de sobrevivir a
la realidad.
*Con dedicación
al Profesor Antonio Ríos Gómez. Maestro y amigo.
Este artículo
fue publicado además por el blog universitario del periódico "El
Universal" (http://blogs.eluniversal.com.mx/weblogs_detalle6800.html)
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