sábado, 11 de febrero de 2017

Ideas

Entre la socialdemocracia y el liberalismo igualitario.*
Por: Carlos E. Torres Muñoz

Con humilde orgullo a mis primeros referentes ideológicos: Mi padre y mis Maestros: José Luis Saucedo y Magdaleno Montes.

Las ideologías o tendencias ideológicas (para ampliar más el escenario), son cartas de navegación. Más allá de la política, nos definen a menudo en decisiones prácticas, nos dibujan en expresiones, nos pintan en nuestras relaciones. Incluso estudios recientes de neurociencia permiten entender que de acuerdo con nuestra ideología, la estructura cerebral es distinta en las personas. Ni más ni menos inteligentes, solo estructuras, y formas de procesar la información exterior diferente. Claro, incluso suena lógico: no perciben igual un hecho determinado un conservador y un liberal, y por tanto, no reaccionan de la misma manera.

La ideología no solo nos define a la hora de votar, nos inclina en decisiones, define nuestra personalidad y por tanto, nuestra actitud en las relaciones. La neurociencia y la psicología han clasificado en dos las tendencias ideológicas de acuerdo a la conducta y la estructura cerebral. Conservadores o de derecha y liberales o de izquierda.

Es extraordinario entender qué reaccionamos cómo reaccionamos no sólo por nuestra cultura, formación académica o ambiente de desarrollo, sino que nuestras inclinaciones políticas, económicas y sociales, son también consecuencia de nuestra genética y proceso neuronal.

En este sentido, en términos generales las personas con una tendencia conservadora en política, suelen aspirar a condiciones de certidumbre, de seguridad, por lo tanto son menos tolerantes al cambio. En contra parte las personas con una ideología liberal son dadas al riesgo, son más abiertas e impulsivas. Según los mismos estudios las personas de derecha suelen mostrar más afecto hacia sus seres cercanos con exclusión de los lejanos, mientras que los liberales pueden ser igual de afectivos sin importar parentesco.

De manera general las investigaciones hechas en Estados Unidos y Reino Unido han encontrado que los conservadores tienen más desarrollada la amígdala derecha, encargada de procesar las decisiones, al tiempo que son más sensibles al miedo y la incertidumbre, en términos políticos están a favor de la pena de muerte, contra el aborto, y en Estados Unidos por ejemplo son pro-armas y contra inmigrantes ¿Le suena? Sí, Republicanos (Derecha).

En cambio los liberales tienen más desarrollada la corteza cingulada anterior, que se encarga de procesar los conflictos, y la toma de decisiones frente a éstos. Son más propensos a aceptar el cambio, a adaptarse a condiciones nuevas y son menos irritables. En términos políticos están contra la pena de muerte, a favor del aborto y en Estados Unidos, a favor de una regulación más estricta del uso de armas y pro-inmigrantes ¡Claro, Demócratas, Obama! (Izquierda).

En general por estas mismas condiciones neuronales, podemos derivar otras conductas menos públicas y más privadas. Siendo más sensibles al miedo, y a las emociones es común que los conservadores sean más rígidos, menos propensos a los riesgos, prefieren “conservar” las condiciones que ya conocen, en las que no corren peligro alguno, o entienden sin ambigüedad.

Y es claro que de manera casi opuesta los liberales son menos rígidos, más dados al riesgo, que prefieren el cambio, la experimentación y la “liberalización” de las circunstancias.

Aunque es claro que no hay extremos, y que en política, economía y en general en todo lo que tiene que ver con lo público, hay izquierdistas muy conservadores y derechistas muy liberales. Ejemplo de ello son aquéllos que militan en la izquierda pero se oponen a la legalización del aborto, el matrimonio igualitario o incluso, en los extremos a la democracia liberal (entendida luego en un totalitarismo muy conservador como un instrumento para legitimar el poder de la burguesía). O en cambio los derechistas que durante años defendieron (y defienden, espero) la democracia y los derechos humanos.

En México, tristemente, en una tergiversación de nuestro sistema democrático partidista, los Partidos Políticos, cada día tienen menos que ver con ideologías. Ejemplos como los que acabo de citar están en todos los partidos y colores. A tal grado que hoy es común ver coaliciones o alianzas que rayan en lo absurdo: izquierda y derecha, de la mano ¡Al Congreso! O partidos que representan posturas tipo “Ni nos benefician, ni nos perjudican, sino todo lo contrario” (Echeverría dixit).

Tal parece que hemos caído en los vicios: demagogia, populismo, oligarquía… y sígale.

Pero mi intención no es hablar tanto de política como de la vida cotidiana. Es un tema que debato constantemente con amigos, familiares y compañeros. Les debía este análisis, y me lo debía a mí mismo.

Como todo hay puntos intermedios. Las ideologías, desde mi punto de vista, deberían ser graduales, y aceptar los puntos medios. Los extremos suelen ser perjudiciales. Yo por lo pronto, y luego de una disertación entre liberalismo y socialismo, he decidido situarme entre la socialdemocracia (faceta democrática y moderna del socialismo) y el liberalismo igualitario (defensora de la justicia social en el campo liberal). 

Creo en la igualdad, las instituciones democráticas, los derechos humanos, su ampliación, conquista, respeto y defensa. Creo también en la equidad, los derechos sociales y su necesaria protección y garantía para lograr una sociedad en que podamos asegurar a todos cuándo menos condiciones de bienestar.

Por lo pronto, con el riesgo que apunto a ir modificando mi inclinación ideológica, me declaro un liberal igualitario y sin contradicción (aún) un socialista demócrata.

@CarlosETorres_
Originalmente publicado en el medio electrónico Pulso del sur.

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