La protesta.
Por:
Carlos Eduardo Torres Muñoz.
En el artículo de hace una semana me referí a las
críticas sobre el ejercicio de consulta que realizó el gobierno entrante para
legitimar la decisión de cancelar la construcción del Nuevo Aeropuerto
Internacional de la Ciudad de México. Hacia el final de mi participación
editorial hice una referencia mínima, a la oposición y su triste papel, que
ahora quiero ampliar.
Sí algo cambió el primero de julio no solo fue la
clasificación de nuestras fuerzas políticas (de oficialismo a oposición), sino
la correlación de las mismas, y aún más trascendente: la forma de ser
oposición. Los argumentos liberales que habían venido dominando la agenda
resultaron no solo insuficientes, sino a todas luces lejanos a una comunidad
nacional que dejó de creerlos y compartirlos. Una sociedad que dejó de acudir a
los llamados de construir sólidos edificios institucionales, porque éstos no
pudieron nunca abandonar el adorno principal de su funcionamiento, que fue el
pacto de impunidad, apenas manchado por episodios electorales sin consecuencias.
E impávida nuestra hoy oposición. Ni el Partido
Revolucionario Institucional entendió que abandonar a su militancia
nacionalista y liberal, por los rapaces usureros del poder le llevaría no solo
a la ruina, sino a la anemia electoral, como tampoco Acción Nacional fue capaz
de mantener su esencia de cambio, a partir de la oposición al abuso,
perdiéndose en la tarea del poder y mantenerse en él. Del resto, ni el PRD, ni
el Verde me han merecido comentario reciente. El primero logró convertirse en
lo que sus militancias convertidas en burocracias siempre desearon: una sala de
juntas. El otro no es partido, sino franquicia electoral, muy exitosa, por
cierto, pues logra colocar su marca en toda victoria. Es Movimiento Ciudadano,
con todas sus contradicciones, quien parece mantener vivo el discurso liberal y
lograr colocarlo en el ánimo de un número (no muy amplio, por cierto) de
mexicanos.
Sin embargo, lo que ha quedado como oposición es
insuficiente, carente y, sobre todo: anclada a una realidad pre-Morena, y sin
entender a este nuevo ente del entorno político será imposible que lo combatan.
No entienden que ha llegado ese momento del que huyeron por capitalizar la
despolitización: hacer pedagogía política, más allá de rasgarse vestiduras por
indignaciones que la gente no entiende y por tanto no comprende. Llegó el
momento de retornar a la batalla en las trincheas, pero también en la red. Hay
que “pueblear”, pero también hay que aprender a usar Facebook, Twitter,
Instagram y demás. Hay que volver a hacer política más allá de los centros de
poder.
Y eso es justo lo que ni unos ni otros parecen
entender. Mientras definen un nuevo reacomodo (imposible en el caso del PRI
hasta no pasar el primero de diciembre, incapaces en el PAN), López Obrador y
su movimiento continúan en expansión: la hegemonía es el objetivo, sin opositores
ahora, no habrá quién se les oponga después.
Barack Obama, en una conversación contenida en su
libro La audacia de la esperanza,
sobre los nombramientos de los jueces de la era Bush: conservadores (ni de
cerca de los infames nombramientos de Trump) que a la larga harían un gran daño
a las libertades de sus compatriotas, responde un poco a esta situación, le
comenta a una demócrata: “las elecciones,
después de todo, significan algo, le dije a mi amiga. En lugar de confiar en
los procedimientos del Senado había otra forma de asegurarnos de que los jueces
escogidos reflejaran nuestros valores, y esa
forma era ganando en las urnas”. Todo ello en referencia a que la
práctica del obstruccionismo no bastaba para lograr inclinar la balanza. El
propio Obama parece haberlo entendido en el proceso electoral intermedio que
acaba de llevarse a cabo en Estados Unidos: ha dejado su ostracismo
post-presidencial y ha salido de nueva cuenta a la lucha política.
Hay algo que Morena entendió y lo entendió muy
bien: no basta obstruir (algunas veces más que obstruccionistas fueron
facilitadores), hay que ganar elecciones ¿Cuánto más hay que pasar para
entenderlo acá enfrente?
@CarlosETorres_
No hay comentarios:
Publicar un comentario